Hay cosas tan perversas que cuesta imaginar a alguien capaz de hacerlas o que se debieron a un “error”. En mis treinta años de investigación social sobre temas relacionados con la salud, la enfermedad, la educación y la ecología he conocido a gente maravillosa, solidaria, sensible, honesta y luchadora pero también me he encontrado –y denunciado– tropelías espantosas, a veces criminales. Y de una de ellas, de la vacuna de Pfizer, me veo obligado a ocuparme de nuevo.
La primera “vacuna Covid” aprobada en Estados Unidos, Europa y otros países fue la desarrollada por los laboratorios alemanes BioNTech, posteriormente asociados a la macrofarmacéutica Pfizer. Se trata de la inoculación BNT162, más popularmente conocida como Comirnaty y desde el 12 de mayo de 2022 como Tozinamerán, de la que se han comercializado varias versiones, todas ellas basadas en un mismo mecanismo de acción: usando ARN mensajero. Y se han ejecutado en el marco de una inexistente pandemia causada por un coronavirus del que nadie ha presentado pruebas de su aislamiento, como en su día expliqué ampliamente en Discovery DSALUD –desde febrero de 2020– a lo largo de dos años de dura y rigurosa investigación.
Pues bien, entre las supuestas vacunas presentadas por distintos laboratorios se encuentra la de Pfizer/BioNTech, considerada el fármaco más vendido de la historia ya que proporcionó a sus creadores la friolera de 34.445 millones de dólares en 2021 y de 35.405 millones en 2022, aunque posteriormente sus ventas caerían en picado. Y por si es usted neófito en este asunto voy a darle un dato que va a hacerle pensar sobre la fiabilidad de Pfizer: solo en 2009 tuvo que pagar 2.300 millones de dólares por la promoción y comercialización fraudulenta de sus productos; de hecho, fue el mayor acuerdo por fraude sanitario de la historia de Estados Unidos (1).
DÍA NEFASTO PARA LA CIENCIA Y LA HUMANIDAD
Pero prosigamos: en enero de 2020 BioNTech –una empresa alemana de biotecnología fundada en 2008– anunció que estaba desarrollando una “vacuna para prevenir la enfermedad Covid-19” y, apenas dos meses después, se asoció con Pfizer. Fue todo tan inusualmente rápido que en mayo de ese mismo año se llevarían ya a cabo los primeros ensayos (fases I y II) y dos meses más tarde –en julio– tenían cuatro “vacunas” en ensayos clínicos fase III. Como el lector sabrá los ensayos clínicos para desarrollar y aprobar un nuevo medicamento son cuatro: en la fase I se prueba in vitro la toxicidad y la seguridad, en la fase II su eficacia y sus posibles efectos adversos, en la fase III la relación beneficio/riesgo (para lo que se compara el nuevo fármaco con otros ya existentes) y en la fase IV se comercializa de forma restringida para valorar los episodios adversos que puedan aparecer entre la población. Es decir, que la fase IV es en realidad, para quienes reciben el fármaco o la “vacuna”, un experimento cuyo fin es valorar si tiene demasiados efectos adversos y de qué tipo para, luego, decidir si se retira el medicamento o se aprueba definitivamente. Tal es el “rigor” de las autoridades que se supone protegen la salud de los ciudadanos.
El caso es que el 18 de noviembre de 2020 Pfizer y BioNTech anunciarían a bombo y platillo, estando aún la BNT162 en fase III, que la vacuna demostraba ser “segura y eficaz”. Así se aseveraba en CNBC, canal de suscripción líder mundial en noticias de negocios: «Pfizer y BioNTech afirman que su vacuna es eficaz en más de un 90%”. Y luego recogían esta grandilocuente declaración del director ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla: “Gran día para la ciencia y la humanidad” (2).
Solo dos días más tarde Pfizer y BioNTech solicitarían su “aprobación condicional” a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y el 1 de diciembre a la Agencia Europea del Medicamento (EMA). La “aprobación condicional” es una autorización que se concede con menos requisitos que los exigidos normalmente cuando se considera que existe una emergencia y se ha constatado que, según los datos disponibles, “los beneficios superan a sus riesgos” (3).
Bueno, pues las principales instituciones sanitarias la concedieron. La Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA por sus siglas en inglés) de Reino Unido el 2 de diciembre de 2020, la FDA el 11 de ese mismo mes, la EMA el 21 y la Organización Mundial de la Salud (OMS) la incluyó en el listado de medicamentos de emergencia el 31 de diciembre (4).
En el caso de Estados Unidos sería la primera de las tres “vacunas” de Pfizer que la FDA aprobó provisionalmente “por razones de emergencia” –entre diciembre de 2020 y febrero de 2021– cuya seguridad debían controlar los estadounidenses Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés). Algo completamente insólito y sospechoso porque hoy sabemos que los laboratorios lograron algo mucho más relevante e indignante: ¡inmunidad legal por las lesiones que pudieran causar! Y así fue aunque los llamados fact cheking o “verificadores de noticias” lo nieguen a pesar de que ni las farmacéuticas, ni la Comisión Europea, se atreven a negarlo; claro que tampoco quieren confirmarlo limitándose a decir que los contratos públicos deben cumplir las condiciones legales… pero matizando que también “se pueden llegar a acuerdos cuando se trata de velar por la salud de los ciudadanos”.
MILLONES DE COBAYAS HUMANAS
Comenzaría así un experimento a gran escala. En la fase I la supuesta vacuna se probó en 195 adultos, en la fase II en 45 y posteriormente en otros 60, en la fase III en 43.661 mayores de 16 años y en la fase IV en millones de personas a las que, sin embargo, no se informó de que iban a recibir una vacuna experimental e iban a hacer de cobayas humanas. Todo ello sería denunciado, entre otras entidades, por tres conocidas organizaciones que luchan por los derechos de los pacientes y exigieron más transparencia, documentando numerosas irregularidades: Children Health Defense (CHD) o Defensa de la salud de los niños –liderada por el abogado Robert F. Kennedy Jr–, Informed Consent Action Network (ICAN) o Red de acción por el consentimiento informado y Public Health and Medical Profesionals for Transparency (PHMPT) o Profesionales médicos y de salud pública por la transparencia. Cabe añadir que las agencias gubernamentales intervinientes fueron la FDA y los CDC, la primera encargada de la aprobación de medicamentos en Estados Unidos y la segunda de la seguridad o farmacovigilancia, agencias ambas que llevan años siendo acusadas de corruptas y nula fiabilidad al tener grandes conflictos de interés (incluyendo donaciones de farmacéuticas, entre ellas de la propia Pfizer).
En fin, hablemos de las acciones que ejercieron las tres organizaciones citadas:
–Children Health Defense. El 16 de mayo de 2021 esta organización solicitó formalmente a la FDA que retirase la autorización provisional a todas las “vacunas Covid” para los menores de 18 años (5) pero ésta denegaría la petición el 23 de agosto (6), el mismo día en que concedería la autorización completa a la vacuna de Pfizer/NeoNTech.
Ante su negativa, la organización –fundada por el abogado Robert F. Kennedy, hijo del exFiscal General de Estados Unidos Robert F. Kennedy y sobrino del ex presidente John Fitzgerald Kennedy– interpondría el 31 de agosto de ese año una demanda contra la FDA que se registraría en Tennessee (7) a fin de anular la autorización de la “vacuna” Comirnaty. La petición sería denegada al cabo de un año apelándose esa decisión el 6 de mayo de 2023 (8). Desafortunadamente, ninguna de las iniciativas de esta organización logró sus pretensiones y de ahí que continúe estando autorizada su inoculación incluso a embarazadas y niños de más de 6 meses de edad (véase el recuadro 2).
–Informed Consent Action Network. La Red de Acción por el Consentimiento Informado (ICAN por sus siglas en inglés) –organización fundada en 2016 por Del Bigtree y Andrew Wakefield, guionistas y productores del conocido documental Vaxxed– solicitó a los CDC los datos que respaldaban sus afirmaciones sobre la presunta seguridad de las “vacunas Covid” el 24 de junio de 2021 (cuatro días después de que se aprobara su uso a partir de los 16 años) amparándose en la Ley de Libertad de Información (9). Pidieron concretamente acceder a los documentos que los fabricantes tenían que haber aportado con los resultados de los ensayos clínicos pero el 29 de julio se les contestó lo siguiente: “La búsqueda en nuestros archivos no ha permitido detectar ningún documento que coincida con su petición”. Alegarían que la base de datos del programa V-safe (diseñado especialmente para registrar los eventos adversos de las “vacunas Covid”) contiene 119 millones de expedientes médicos y no podían aportarlos debido a la ley de protección de datos (10). Es decir, que a 29 de julio de 2021 esa base de datos contaba ya ¡con 119 millones de expedientes abiertos! No sé qué sentimientos le producirá este dato al lector pero a mí me revuelve el estómago, especialmente porque la aplicación se publicitó como absolutamente segura y permitía acceder a los datos sin que aparecieran las identidades. La ICAN recurriría pues la decisión ante los CDC solicitando de nuevo los datos sin que apareciese la identidad de las personas pero la petición se archivó sin más alegando que ya había sido denegada (11). Entonces interpuso una demanda contra la FDA ante el juzgado del Distrito Oeste de Texas a través del gabinete SIRI & GLIMSTAD (12) y el 23 abril de 2023 (casi dos años después de la primera solicitud) parte de los documentos “confidenciales” enterrados en los sótanos del olvido saldrían a la luz poniendo en evidencia la magnitud del crimen (13).
–Public Health and Medical Profesional for Transparency (PHMPT). Esta entidad la crearon una treintena de médicos e investigadores de universidades tan prestigiosas como Harvard, Yale, California y otras, su representación legal es la misma firma de abogados antes citada –que encabeza Aaron Siri– y en agosto de 2021 solicitó a la FDA una petición similar amparándose en la Ley de Libertad de información estadounidense (FOIA por sus siglas en inglés) (14). Bueno, pues el 9 de septiembre la directora de la división encargada de esas peticiones, Sara Kotler, contestaría diciendo: “He decidido que su petición no cumple los criterios de la FOIA. No ha demostrado que se trate de una necesidad imperiosa relacionada con una amenaza inminente para la vida” (15). Y daría luego el vergonzoso argumento de que solo disponían de diez empleados –algunos recién contratados– y, por tanto, no le era posible entregar la documentación pedida de forma urgente ya que con ese personal necesitaría 75 años para reproducirlos, a razón de unas 500 páginas mensuales.
La decisión sería recurrida ante el juez Mark Pittman, del Distrito Norte de Texas (16), argumentando que la FDA dispone de ¡más de 18.000 empleados! El 6 de enero de 2023 el juez aceptaría la argumentación y emitió una orden exigiendo a la FDA la entrega inmediata de 12.000 páginas y el resto en entregas mensuales de 55.000 para así poder entregarlos todos en ocho meses (17).
La victoria fue rotunda y Aaron Siri declararía: “Se trata de una gran victoria para la trasparencia y elimina uno de los bloqueos que las autoridades federales de ‘salud’ han mantenido sobre los datos necesarios para que los científicos independientes ofrezcan soluciones y aborden problemas graves con el programa de vacunación actual (…) Nadie debería ser obligado a someterse a un procedimiento médico no deseado. Ya es bastante malo que el gobierno haya violado este derecho de libertad básico al imponer la vacuna contra la Covid-19 pero es que además ha querido ocultar los datos hasta que casi todos los estadounidenses que hoy viven hayan muerto” (18).
CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD
Antes de hablar del contenido de algunos de los documentos ya liberados y de las sucias tácticas de los fabricantes para ocultar o restar importancia a los gravísimos efectos adversos de sus mal llamadas “vacunas”, quiero dejar claro que he investigado sobre las “vacunas” durante treinta años y mis conclusiones –expuestas con detalle en el libro Vacunas y Antibióticos, una reflexión crítica (19), escrito a medias con el doctor Enrique Costa Vercher y publicado hace diez años en su primera edición y en breve en una edición revisada y ampliada– pueden resumirse diciendo que las vacunas –todas ellas– carecen de sentido biológico y se basan en una teoría falsa de la salud y la enfermedad, la Teoría Microbiana, por lo que no pueden prevenir, ni erradicar enfermedades; son pues inútiles y peligrosas.
Añadiré que tanto el doctor Costa como yo hemos querido evitar siempre que el debate de las vacunas se resuma en un enfrentamiento entre dos miedos: el miedo a la enfermedad si uno no se vacuna y el miedo a los efectos adversos si se vacuna. Sin embargo, este artículo trata de los presuntos crímenes que han cometido fabricantes y agencias gubernamentales así que es imprescindible que aluda a los “efectos adversos” que se han querido siempre –aún hoy– negar, ocultar y/o minimizar. Y voy a empezar explicando que entre los documentos liberados por la orden judicial se encuentra el titulado Análisis acumulativo de los informes de efectos adversos posautorización. Informes de PF-07302048 (BNT162b2) recibidos hasta el 28 de febrero de 2021” (20), síntesis que la FDA solicitó a Pfizer como parte de la documentación que debía acompañar su solicitud de “autorización condicional”. Se trata de un estremecedor documento –aprobado el 20 de abril de 2021– que revela que en menos de 90 días de administración de la “vacuna” en 42.086 personas se habían producido 1.223 muertes; es decir, aproximadamente una muerte por cada 33 personas vacunadas. Una barbaridad si la comparamos con la “vacuna de la gripe porcina” que en 1976 se retiró de inmediato al registrase apenas 26 muertes y unos pocos casos de Síndrome Guillain Barré.
El documento analiza a continuación lo que denominan Efectos Adversos de Especial Interés (AESI) correspondientes a la “vacuna BNT162b2” y que vienen clasificados por categorías detallando el número de eventos producidos para cada una de ellas. Según los datos se reportaron 1.833 reacciones anafilácticas, 1.403 episodios cardiovasculares (arritmia, taquicardia, infartos, fallos cardíacos agudos, shock cardiogénico y miocardiopatías), 3.067 casos de anosmia (pérdida del olfato), 932 de episodios relacionados con la sangre (trombocitopenia, hemorragias, neutropenias y leucopenias), 449 parálisis faciales, 1.050 relacionados con la inmunidad, 3.600 musculoesqueléticas y 8.152 de otras categorías. La lista completa de los efectos adversos de especial interés relacionados con esta “vacuna” se incluye en un apéndice que ocupa 9 páginas de 45 líneas con letra diminuta en las que se mencionan unos dos mil ochocientos efectos adversos diferentes (21). Luego, tras otras 28 páginas de tablas describiendo los miles de eventos adversos, se incluyen algunos abortos pero reconociendo que no tienen datos sobre 238 de las 270 embarazadas vacunadas.
Bueno, pues en las conclusiones se dice con total desfachatez lo siguiente: “La revisión de la información disponible para esta experiencia acumulativa confirma una relación favorable riesgo-beneficio para la BNT162b2” añadiendo simplemente que Pfizer continuará el proceso de farmacovigilancia para asegurar la seguridad de los pacientes e informará a la agencia si se producen nueva información significativa.
En suma, la vacuna de Pfizer provocó en los ensayos 1.223 muertes y decenas de miles de efectos adversos con el fin de proteger a la gente de una pandemia –inexistente– que no había provocado entonces ni un solo caso de enfermedad, ni una sola muerte. ¡Y las conclusiones fueron que la relación riesgo-beneficio era favorable! Nauseabundo.
Y eso fue solo el principio porque esa primera infamia abrió la puerta a otras ya que el experimento, como desgraciadamente sabemos, se amplió más y más extendiéndose por los cinco continentes hasta que las cifras fueron creciendo siendo hoy ya imposible ocultarlas. Y todo ello teniendo en cuenta que las comunicaciones sobre los eventos adversos de esos informes solo recogen los que tuvieron lugar a corto plazo… cuando existen otros a medio y largo plazo bien documentados que ni siquiera se reflejan en los informes, bases de datos, estudios y estadísticas. Suelen detallarse solo en revistas especializadas que muy pocos leen y los medios no difunden (véase el recuadro 1).
Agregaré que el último dato fiable que he consultado eleva ya las posibles muertes causadas por las “vacunas Covid” a 17 millones (22).
CORRUPTOS Y CRIMINALES
El historiador británico Lord Acton dijo que “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, algo que el recientemente fallecido presidente y fundador de Plural-21, Lluís Botinas, expresó de un modo más rotundo: “Los que mandan son criminales; y cuanto más arriba en la escala de mando, más criminales son”.
Aunque lo cierto es que no encuentro una explicación racional para los hechos que estoy relatando y que limito a unas pocas instituciones porque solo de ellas dispongo de información suficiente y rigurosa, pero sería ingenuo pensar que no está sucediendo lo mismo en los demás países a manos de los responsables de unas políticas sanitarias que, a mi juicio, constituyen auténticos crímenes de lesa humanidad. Me pregunto si habrá algún día un “juicio de Núremberg” o algo similar para esta gente…
El otro aterrador documento que voy a comentar –aprobado igualmente el 20 de abril 2021– se titula Revisión acumulativa en embarazo y lactancia (23) en cuya introducción se explica que la FDA solicitó una revisión acumulativa y un resumen de los casos más relevantes enviados por Pfizer a la base de datos de farmacovigilancia y seguridad –desde el desarrollo del fármaco hasta el 28 de febrero de 2021– que forman parte de los documentos presentados para la autorización de la “vacuna”.
Es importante destacar que la propia multinacional farmacéutica advierte desde el comienzo de su informe que no conoce “la magnitud del subregistro”; es decir que no sabe –o dice no saber– de cuántos episodios de efectos adversos no se ha informado. Alega también que se ha extraviado parte de la información clínica (!?) y que ha de tenerse en cuenta que los efectos adversos reportados no necesariamente tienen que haberlos provocado la vacuna.
En fin, en apenas siete páginas se hace una fría enumeración de los padecimientos sufridos por las embarazadas y los bebés vacunados: eventos adversos en más del 54% de los casos de “exposición materna” a la inyección, un 21% de abortos espontáneos, taquicardia fetal, partos prematuros y dificultad respiratoria grave en los recién nacidos, dos de ellos con resultado de muerte. Hechos ante los cuales los fabricantes llegan a esta lacónica conclusión: “Los casos revisados más arriba son indicativo de lo que hay en la base de datos de seguridad de Pfizer hasta el 28 de febrero de 2021. Los patrocinadores (Pfizer y BioNTech) continuarán monitorizando e informando de los casos de lactancia y exposición en el embarazo. Es importante tener en cuenta que la base de datos espontánea de seguridad está pensada para generar hipótesis y no para ponerlas a prueba” (24).
El 23 de abril, tres días después de la aprobación de los dos inquietantes documentos que hemos comentado –entre otros muchos que probablemente llevará mucho tiempo analizar hasta sus últimas consecuencias–, se celebraría una rueda de prensa en la Casa Blanca en la que la entonces directora de los CDC, Rochelle Walensky, declararía sin sonrojarse que las embarazadas deberían recibir la “vacuna Pfizer” porque era segura y efectiva. Incluso añadió que “no había ningún mal momento para aplicársela: antes, durante o después del embarazo” (25). Vomitivo.
EL PACTO DE LA MUERTE
Bueno, pues por muy repugnante que al lector le haya parecido ya lo que acabamos de relatar, la verdad de lo acaecido es aún mucho peor. Y es que para conseguir la aprobación de las vacunas y asegurarse el gigantesco negocio que se preveía, se engañó e intrigó recurriendo a todo tipo de artimañas y fraudes que son los que permitieron a los laboratorios conseguir que la gran mayoría de los estadounidenses –y de otros muchos países– aceptaran a inocularse la vacuna una vez tras otra y, lo que es aún más penoso, que se la inocularan a sus hijos y nietos.
Según denuncia Naomi Wolf –autora del libro Los documentos de Pfizer. Los crímenes de Pfizer contra la humanidad, en el que se analizan los documentos liberados por la orden judicial– se retiró la licencia para ejercer a muchos de los médicos que se negaron a seguir las directrices oficiales o decidieron contar lo que estaba ocurriendo. Fue el caso, por ejemplo, de los doctores Pierre Kory y Paul Marik.
Y no fue la única medida de presión para asegurarse de la complicidad de los médicos. Comunicaciones entre el Departamento de Salud y Servicios Humanos y una organización no gubernamental –obtenidas igualmente gracias a la Ley de Libertad de Información por el doctor James Thorp, obstetra y ginecólogo con 45 años de experiencia como especialista en medicina fetal y por su esposa, la abogada Maggie Thorp– demuestran que el Departamento de Salud y Servicios Humanos entregó millones de dólares al American College of Ob-Gyn (ACOG), entidad con más de 60.000 obstetras y ginecólogos afiliados en dos continentes. Dinero a cambio del cual los obstetras y ginecólogos asociados debían asumir acríticamente las tesis del Departamento de Salud y Servicios Humanos sobre la seguridad y eficacia de las “inyecciones de emergencia” en las embarazadas” (26).
Así relata Thorp (27) los indignantes hallazgos que realizó al investigar la financiación: “Para obtener más información sobre la financiación recibida por el American College of Ob-Gyn durante la pandemia así como quién (y qué) podría haber estado detrás de su cambio de actitud, el 30 de julio de 2021 presenté una solicitud amparándome en la Ley de Libertad de Información. Mi solicitud era simple: quería los documentos relacionados con las tres subvenciones que el Departamento de Salud y Servicios Humanos y los CDC otorgaron a ACOG durante la pandemia y el contrato firmado: Acuerdos de cooperación de 11 millones de dólares. Subvenciones que estaban enumeradas en una fuente de datos abierta –de acceso público– para el gasto federal: USASPENDING.gov« (28).
Pues bien, la documentación que obtuvo Thorp demuestra que el dinero se pagó para que los obstetras y ginecólogos de esa asociación convencieran, influyeran o presionaran a las mujeres embarazadas así como a colectivos reticentes a las vacunas para que se vacunasen. De hecho, en un nuevo acuerdo de cooperación reciente se dice claramente: “El ACOG seguirá aprovechando la sólida relación con los CDC para compartir información, revisar datos, analizar recomendaciones y convocar a expertos en la materia para garantizar que las recomendaciones estén alineadas entre las dos organizaciones. El ACOG seguirá participando en reuniones mensuales con los CDC”. Para el doctor Thorp es obvio que las autoridades «sobornaron a instituciones médicas para que no cuestionaran las vacunas Covid y así inyectar a embarazadas”.
Es más, el 1 de abril de 2021 la vicepresidenta Kamala Harris anunció públicamente que “para combatir la desinformación sobre las vacunas” iba a encargar el trabajo de informar correctamente sobre ellas al Covid-19 Community Corps o Cuerpo Comunitario Nacional de Voluntarios Covid-19, iniciativa del Departamento de Salud y Servicios Humanos para “generar confianza y aceptación de las vacunas”. Y añadiría: “El cuerpo comunitario lo componen lideres de opinión fiables en comunidades de todo el país con los que la Administración compartirá periódicamente información y recursos de salud pública actualizados a fin de que los difundan y así ayudar a que sus amigos, familiares y seguidores se vacunen”. Y a ello se destinaron casi ¡diez mil millones de dólares! Agregaremos que el llamado “cuerpo comunitario” lo integran casi 17.000 personas (colectivos y personas individuales) de los trescientos sectores –eso alegan al menos– más influyentes de la sociedad estando entre ellos el American College of Ob-Gyn (ACOG), la Asociación Estadounidense de Medicina, la Asociación de Mujeres Médicas y la Academia Estadounidense de Pediatría (29).
El doctor Thorp afirma asimismo que “los CDC han restado importancia e incluso ignorado los informes sobre daños causados por las vacunas contenidos en sus propias bases de datos de seguridad. Un ejemplo es el fracaso de los CDC en monitorear adecuadamente las señales de seguridad contenidas en su Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas (VAERS)” (30).
Así lo explica Steve Kirsch, de la Fundación para la Investigación de la Seguridad en las Vacunas: “La fórmula que los CDC usan para generar señales de seguridad es defectuosa y enmascara un número importante de ellas; los CDC se negaron a corregir su algoritmo cuando en agosto de 2021 así se les notificó. La muerte es una señal tan importante que incluso con esta fórmula defectuosa muestra una señal de seguridad, pero los CDC no notificaron que se había activado la señal de muerte por lo que la comunidad médica no supo lo que ocurría. Y si lo supo, se callaron mientras miles de estadounidenses morían a causa de las vacunas Covid” (31).
La pregunta que se hace Thorp es: “¿Para qué molestarse en recopilar datos de seguridad si se seleccionan cuidadosamente, se ocultan, se descartan o simplemente se ignoran?”. Así que él y otros siete médicos decidieron hacer un estudio de investigación retrospectivo de las alertas del VAERS (32) cuyos resultados –corroborados por más de treinta fuentes independientes y por los propios documentos de Pfizer que hemos analizado– fueron catastróficos y “se asocian con un aumento significativo de efectos adversos) (…) como anomalía menstrual, aborto espontáneo, anomalías cromosómicas fetales, malformación fetal, higroma quístico fetal, trastornos cardíacos fetales, arritmia fetal, paro cardíaco fetal, mala perfusión vascular fetal, anomalías del crecimiento fetal, vigilancia anormal fetal, trombosis placentaria fetal, bajo nivel de líquido amniótico y muerte fetal (…) Todos superaron con creces la señal de seguridad de los umbrales reconocidos”. El doctor Thorp acusa también a los CDC de utilizar para promocionar la supuesta seguridad de su “vacuna” un artículo flagrantemente falso y manipulado (33) por el responsable de los CDC al analizar las alertas VAERS aseverando que la tasa de abortos espontáneos provocados por la “vacuna” fue del 85%, mayor incluso que la píldora abortiva RU486 (34).
Acabo con unas palabras del doctor Thorp: “Este es el mayor desastre en la historia de la obstetricia y de toda la medicina. Testifico que esta terapia génica experimental injustificada NUNCA debió estar indicada en el embarazo y se perpetró ilegalmente con datos falsificados”.
Jesús García Blanca
Recuadro 1
EFECTOS ADVERSOS GRAVES A MEDIO Y LARGO PLAZO
Al igual que pasa con otras supuestas vacunas –e, incluso, con todos los fármacos– en el caso de las “vacunas Covid” no solo estamos ante efectos adversos que se denominan “secundarios” para restarles importancia o son sistemáticamente minimizados u ocultados, sino que existen otros más graves que se producen a medio o largo plazo y no son reconocidos por las instituciones oficiales ni por los fabricantes, a pesar de estar ampliamente documentados y haberse publicado en revistas científicas consideradas prestigiosas. Recogemos a continuación lo más relevante que hemos podido documentar en relación con las “vacunas Covid” en sus tres modalidades:
–Las de ARN encapsulado. Según afirman sus fabricantes codifica la supuesta proteína espiga del SARS-CoV-2 provocando una reacción inmune y la respuesta de anticuerpos. Pues bien, según diversos médicos, biólogos y otros investigadores causan daños celulares y orgánicos, alteraciones en la formación de la placenta y en el desarrollo de la gestación, microtrombosis en pulmones, corazón, riñón y cerebro, inflamación del órgano testicular, posible infertilidad masculina, bloqueo de funciones vitales como la supresión de proteínas, falta de desarrollo testicular en niños, enfermedades del tipo de las parálisis (mielitis transversa y ELA), mutaciones en la línea germinal, daños en la fecundidad masculina y femenina, problemas de toxicidad que pueden provocar alteraciones bioquímicas y patologías a largo plazo e, incluso, en ciertos casos síndrome de ADE (infección dependiente de anticuerpos), ataques autoinmunes, delirios suicidas y muerte.
–Las de ARN vectorizado. Se supone que contienen un “gen vírico” producido a partir de la proteína sintética espiga. Entre sus efectos más documentados destacan el riesgo de mutagénesis, inmunodeficiencia inducida, problemas de coagulación, trombosis, problemas oculares (ceguera incluida) y trombocitopenia.
–Las de “virus inactivados”. Administradas sobre todo en países de Iberoamérica su principal efecto adverso es el Síndrome de ADE.
Fuente: Vacunas y Antibióticos: una reflexión crítica. (véase la referencia 22).
Recuadro 2
La infamia en el estado español
Un informe elaborado por el inspector farmacéutico Ángel Martín Fernández, vicepresidente de la Asociación Acceso Justo al Medicamento, revela que en 2022 recibieron 104 millones de euros 91.985 médicos españoles. Las 18 farmacéuticas que contribuyeron a lograr esa suma fueron Pfizer, Abbvie, Amgen, AstraZeneca, Bayer, BMS, Boehringer, Gilead, GSK, Janssen, Lilly, Merck, MSD, Novartis, Novonordisk, Roche, Sanofi y Takeda.
En cuanto a las “vacunas Covid” la Asociación Española de Pediatría publicó un artículo titulado Razones y bases de las recomendaciones 2024 en el que se dice: “La embarazada tiene un mayor riesgo de enfermar gravemente por SARS-CoV-2 en comparación con las no embarazadas (…) Por ello, para proteger la salud tanto de las madres como de los bebés, se recomienda la vacunación con vacunas ARNm en cualquier momento de la gestación”. Y más adelante se dice: “Las únicas vacunas aprobadas en los niños en nuestro país (…) son las basadas en ARNm: Comirnaty (Pfizer/BioNTech) y Spikevax (Moderna)”. Y añade luego: “Las vacunas frente a la Covid en general y las basadas en ARNm en particular son extraordinariamente seguras”.
Bueno, pues sepa el lector que todos los miembros del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría y firmantes de ese artículo –que apareció en Anales de Pediatría– en el que se recomiendan las vacunas que deben aparecer en el Calendario 2024 tienen conflictos de interés al tener o haber tenido relación con las farmacéuticas fabricantes, especialmente con Pfizer; bien por actividades docentes subvencionadas –nacionales o internacionales–, bien por investigación en ensayos clínicos o por consultoría.
Fuentes:
–Martín Fernández-Gallardo, A.M. “La red oscura que las multinacionales farmacéuticas ocultan tras los pagos a profesionales sanitarios: sus líderes de opinión en el SNS y su red de intereses al descubierto” Revista AAJM, 30, 30 mayo 2024: https://accesojustomedicamento.org/la-red-oscura-que-las-multinacionales-farmaceuticas-ocultan-tras-los-pagos-a-profesionales-sanitarios-sus-lideres-de-opinion-en-el-sns-y-su-red-de-intereses-al-descubierto/
–Asociación Española de Pediatría: https://vacunasaep.org
–Recomendaciones en Anales de Pediatría: https://www.analesdepediatria.org/es-pdf-S1695403323002631
REFERENCIAS:
(3) https://www.ema.europa.eu/en/glossary-terms/conditional-marketing-authorisation
(4) https://vacunasaep.org/profesionales/noticias/covid-vacunas-ARN-BNT162b2-BioNTech-Pfizer
(5) Solicitud FOIA CHD a FDA: https://childrenshealthdefense.org/wp-content/uploads/FDA-2021-P-0460-0001_attachment_1.pdf
(6) Respuesta FDA: https://childrenshealthdefense.org/wp-content/uploads/FDA-Response-FDA-2021-P-0460.pdf
(7) Demanda CHD a FDA: https://childrenshealthdefense.org/wp-content/uploads/CHD-v.-FDA-Submitted-Complaint-8.31.21.pdf
(8) Apelación CHD: https://childrenshealthdefense.org/wp-content/uploads/may-6-filing.pdf
(9) Petición FOIA a CDC, 24 junio 21: https://icandecide.org/wp-content/uploads/2021/12/IR0519-CDC-V-Safe-De-identified-Data-final.pdf
(10) Respuesta CDC, 29 de julio 2021: https://icandecide.org/wp-content/uploads/2021/12/2021-07-29-Final-Response-No-Responsive-Records.pdf
(11) Segundo escrito a CDC, 1 de septiembre 2021: https://icandecide.org/wp-content/uploads/2021/12/IR0547-CDC-V-Safe-De-identified-Data_v.2.pdf
(12) Demanda ICAN contra FDA, 28 diciembre 21: https://icandecide.org/wp-content/uploads/2021/12/001-COMPLAINT-24.pdf
Introducción de la demanda y más datos aquí: https://cienciaysaludnatural.com/fda-quiere-ocultar-documentos-por-75-anos-porque-serian-incriminados/
(13) Toda la información entregada a la ICAN mediante la orden judicial puede consultarse y descargarse en los siguientes enlaces de su web:
–V-Safe: https://staging.icandecide.org/v-safe-data/
–Pfizer documents: https://staging.icandecide.org/pfizer-documents/
–Ver también el libro de Wolf, N: The Pfizer Papers: Pfizer´s Cries Against Humanity, War Room Books, 2024.
(14) Solicitud FOIA PHMPT a FDA, 27 de agosto 2021 en pp 22-29 de la Demanda. Ver Nota 16.
(15) Respuesta 9 de septiembre en pág. 35 de la Demanda. Ver Nota 16.
(16) Demanda PHMPT 16 de septiembre contra FDA: https://phmpt.org/wp-content/uploads/2021/10/001-Complaint-101021.pdf
(17) Orden del juez Pittman: https://fingfx.thomsonreuters.com/gfx/legaldocs/gdvzykdllpw/Pittman%20FOIA%20Order.pdf
(18) Declaraciones de Aaron Siri: https://aaronsiri.substack.com/p/instead-of-fdas-requested-500-pages
(19) Costa Vercher, E. y García blanca, J. Vacunas y antibióticos: una reflexión crítica. Edición 10 años, 2024.
(20) https://phmpt.org/wp-content/uploads/2022/04/reissue_5.3.6-postmarketing-experience.pdf (página 7, tabla 1).
(21) Más detalles: https://cienciaysaludnatural.com/fda-quiere-ocultar-documentos-por-75-anos-porque-serian-incriminados/
(22) Para un cálculo detallado, más información sobre las “vacunas COVID” y una crónica de la investigación de la falsa pandemia tal como se desarrolló en Discovery DSALUD desde febrero de 2020: García Blanca, J. La Rebelión de los Idiotas. Claves para entender el Montaje COVID desde el rigor científico, el periodismo independiente y el análisis sociopolítico crítico. Cauac, 2023. Para una crítica profunda de las “vacunas”: Costa Vercher, E. y García Blanca, J. Ver Nota 18. Para ampliar y compartir información y debate sobre estos temas: Canal Los contagios no existen: https://t.me/LOSCONTAGIOSNOEXISTEN
(23) https://www.phmpt.org/wp-content/uploads/2023/04/125742_S2_M1_pllr-cumulative-review.pdf
(24) Medios que recogieron la noticia:
–https://www.soniaelijah.com/p/pfizers-pregnancy-and-lactation-cumulative
(25) https://youtu.be/b-BD6jekano?si=r5Jrtfqg07HFMoFk
(26) Entrevista de Naomi Wolf al doctor James Thorp en la que se da cuenta de su sólido currículum como especialista en medicina fetal y maternal, sus investigaciones sobre los daños de las “vacunas COVID” y las represalias que ha sufrido por todo ello: https://dailyclout.io/the-covenant-of-death/
(28) USASPENDING.gov. 2023. “Gasto por adjudicación principal”. Consultado el 3 de mayo de 2023. https://www.usaspending.gov/search/?hash=2b9bbf7349e6c520a55164cbe34c6321
—Miembros destacados del Cuerpo Comunitario: https://www.covid.gov/get-involved/community-corps/members-covid-19-community-corps
(31) https://kirschsubstack.com/p/unassailable-proof-of-incompetence
(32) https://www.preprints.org/manuscript/202209.0430/v1
(33) https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa2104983
(34) https://www.thegms.co/medical-ethics/medethics-rw-22071901.pdf